Cuando él y Emma iban a un restaurante, él siempre era incómodamente consciente de las personas que comían solas. ¿No estaban a disgusto? ¿No se sentían solas? No se le había ocurrido hasta ahora que quizás estuvieran comiendo solas por decisión propia, o por toda una secuencia de decisiones que las había conducido a un solo plato, un solo vaso, un solo periódico abierto, un libro.

Paula Fox
, "Pobre George".

miércoles, 28 de mayo de 2008

Novela de aeropuerto

Campo de amapolas blancas

Gonzalo Hidalgo Bayal

Tusquets, Barcelona, 2008.


No tengo ni idea de quién es Gonzalo Hidalgo Bayal. Lo único que sé de este escritor extremeño es lo que se dice de él en la solapa de la portada. Pues eso: extremeño cincuentón, con aspecto sacerdotal-aceitunero y profesor de instituto escribe y publica novelas, algunas de las cuales han dejado impresionado a algún crítico. ¿Por qué me he comprado – y leído –este libro? Porque he estado de viaje.

Desde que hace algunos años la necesidad laboral me ha obligado a viajar con cierta frecuencia he ido construyendo mi propio ritual de kiosko de aeropuerto. El Relay, News and Books (hay que ver en lo que nos hemos convertido) que pueblan los aeropuertos españoles son siempre mi primer punto de parada tras el check-in.

Primero los periódicos… bueno, ya sé qué periódicos comprar y no se van a acabar, ¿a ver qué libros hay? Siempre ocurre, siempre acaba habiendo uno que encaja. Que encaja con la suspensión de la normalidad que supone un viaje. Un libro que dure un día o dos, como mucho. Como estoy cambiando de vida temporalmente, pues un libro que me desconecte de lo que leo normalmente. Por la mimsa razón por la que el libro de Hidalgo estaba en un quisco de aeropuerto, su brevedad, es por la que acabé comprándolo. Y por que no tenía ni idea de quién era Hidalgo. Bueno, y por la frase de Sánchez Ferlosio halagándolo en la camisa del libro.

Las palabras de Ferlosio me sugirieron la imagen de una novela tradicional y nuestra, al estilo de las novelas de Marsé por poner un ejemplo. Novelas con imágenes de calle española, que giran entorno a personajes muy próximos, casi exclusivamente locales. Elementos de ese hecho diferencial que nos dejó el franquismo. Campo de amapolas blancas es una buena novela española. Quizás un poco corta. Quizás se queda uno con ganas de conocer más a los personajes.

Un hombre de unos cuarenta y bastantes reconstruye unos recuerdos un poco lejanos sobre un amigo de la infancia, conocido en un internado de provincia allá en los años sesenta, a una edad en la que se va despertando la personalidad y en unos tiempos en los que poco a poco Francia se iba acercando. Dos chicos que crecen fascinados por las cosas que decían franceses como Sartre y Camus, o los versos ingleses que cantaban los Beatles. Las van asimilando y digeriendo con ritmos distintos, al tiempo que asimilan y tratan de digerir los tiempos en los que viven. La universidad, la mili, los viajes a París, las fantasías artísticas o el alcohol son lados del filo de la misma navaja.

¿Cómo se digieren con veinte años un cambio de planeta? ¿Cómo se pasa a los veinte años de un mundo oscuro y cerrado a otro multicolor, que te lo ofrece todo pero sin dejar de enseñarte la mierda día tras día? ¿Cuántas historias habrá de personas llenas de talento que se indigestaron con la democracia en los ochenta? ¿Cuántas desde la caída del muro de Berlín? La novela nos propone dos modelos: uno que se entusiasma, pero no sin apoyos en el hoy y aquí en el que vive, y otro que se echa a volar con las primeras brisas.

Y nosotros, ¿qué hacemos? ¿Volamos? O nos resignamos al vernos ante el espejo una mañana pensando en cambiar el color de la corbata.

3 comentarios:

  1. Coño con los libritos. ¿No vas a escribir de otra cosa?

    ¿Dónde pone lo que duran? Joder, es que no encuentro libros de a día, los que compro yo duran más y aburren.

    Un saludo.

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  2. Paspán está claro que no voy a escribir de otra cosa, de eso va el blog. Bueno a menos que me pase algo impresionante que me eche novia o algo y entonces empezaré a hablar de ella. Pero seguro que eso es más aburrido. ¿Cómo lo ves tú?

    Los libros duran lo que duran, y para saberlo basta con mirarles a la cara.

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  3. Si ya tienes novia, o P.(sí, la amiga de M.), ¿qué es?
    Y ponte a escribir, vaguete. Todo el día pensando en lo único, como los animales. ¡Hay más cosas, pirrichi!

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