Cuando él y Emma iban a un restaurante, él siempre era incómodamente consciente de las personas que comían solas. ¿No estaban a disgusto? ¿No se sentían solas? No se le había ocurrido hasta ahora que quizás estuvieran comiendo solas por decisión propia, o por toda una secuencia de decisiones que las había conducido a un solo plato, un solo vaso, un solo periódico abierto, un libro.

Paula Fox
, "Pobre George".

viernes, 9 de mayo de 2008

Ideales sin historia

Sobre la historia natural de la destrucción

W.G. Sebald

Anagrama, Barcelona, 2003.


Hoy había pensado escribir sobre un libro un poco extraño de Primo Levi. Pero Auschwitz se me ha aparecido desde otro frente. Abriendo las páginas de El País esta mañana he encontrado la foto que reproduzco más abajo. Una familia al completo se suicida en un parque de Berlín poco antes de que el ejército rojo tomara definitivamente el control de la ciudad.

Además del hecho en sí, me impresiona enormemente la imagen por lo pública que resulta. Un suicidio colectivo – ¡familiar! – y en un parque, sobre bancos para leer el periódico mientras pían los gorriones.

¿Por qué cerraron el paso del camino? ¿Cómo planificaron la escena? ¿La encontraron así y venga, aquí mismo? ¿Cómo lo decidieron? Soy realmente incapaz de hacerme una composición de esta historia, pero me imagino que la banda sonora se acerca mucho más a la que sugiere la foto de la portada del libro de Sebald.

Dice el periódico que Alemania revive hoy, mientras en la nueva Rusia zarista celebran el Día de la Victoria, las imágenes de la ocupación del Ejército Rojo. Una lectura radical del libro de Sebald nos permitiría decir que Alemania descubre – aún hoy – las imágenes de la destrucción previa a la rendición.

Los ensayos recogidos en este libro resumen el sentido de toda la obra de este alemán emigrado. Debajo de nuestros pies hay una capa frágil. Basta un movimiento brusco y caemos todos a un laberinto en el que vagar perdidos, sin entender ya jamás quienes fuimos.

Por un lado, el libro contiene una reivindicación de la literatura como herramienta imprescindible de los pueblos – no sé muy bien qué es un pueblo, pero me entendéis – para entender su historia. También contienen una evidencia. Algo queda por entender en Alemania sobre el hecho de que no se produjera testimonio alguno sobre la brutal agresión sufrida durante los últimos años de la guerra. Y finalmente contienen un reproche. Un reproche a la propia sociedad alemana que prefirió declararse ausente de los veinte años anteriores, asumir que la historia había pasado sobre ellos de forma calamitosa, tanto para el mal inflingido como para el castigo posterior.

Reprocha Sebald que se prefirió asumir la situación sin analizarla, para simplemente plantearse el futuro en base a nuevos ideales como la reconstrucción, la eficacia, la productividad, la esperanza de una nueva grandeza. Por enésima vez, vivir con ideales y sin historia.

Las conferencias que componen el libro nacieron con vocación polémica y la consiguieron. En mí sembraron la semilla de una duda, que ahora es un árbol sano y robusto. Los ideales, el idealismo y en particular el humanismo que es el idealismo más extremo, acaban defraudando y devolviéndonos a lo más doloroso de nuestra condición animal. Yo prefiero ser animal desde que me levanto hasta que me acuesto. Un perrito de salón.

1 comentario:

  1. La foto me impresionó mucho cuando la vi en el BOE, pero el libro es mucho más cruel

    Pablo

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