Cuando él y Emma iban a un restaurante, él siempre era incómodamente consciente de las personas que comían solas. ¿No estaban a disgusto? ¿No se sentían solas? No se le había ocurrido hasta ahora que quizás estuvieran comiendo solas por decisión propia, o por toda una secuencia de decisiones que las había conducido a un solo plato, un solo vaso, un solo periódico abierto, un libro.

Paula Fox
, "Pobre George".

domingo, 11 de mayo de 2008

Otra manera de ser escritor

La búsqueda de las raíces

Primo Levi,

El Aleph, Barcelona, 2004.

Primo Levi nunca fue un escritor. Tampoco fue un científico. Él mismo lo reivindicaba repetidamente. En este libro dice que fue escritor no-escritor y técnico. Esta forma suya de definirse no corresponde a una impostura solemne, a una falsa humildad. Basta recordar su biografía: director de una fábrica de pinturas en Turín durante casi 30 años y una obra literaria breve casi enteramente producida durante los últimos diez años de su vida. Tampoco se le recordará por sus contribuciones a la química.

Sin embargo Primo Levi es para mí una figura imprescindible. En primer lugar por su experiencia vital y por el testimonio y las reflexiones que dejó en sus famosos libros. También por su peculiar obra literaria, siempre marcada por su visión de la realidad, filtrada por su profesión. Pero Primo Levi es imprescindible para mí sobre todo por su forma de conciliar, sin estridencias y con la resignación de quien sabe lo cercano que está el abismo, la visión científica del mundo y la literaria del hombre. Comparándolo, por ejemplo, con Ernesto Sábato, que vivió una auténtica guerra entre las dos mitades de su cerebro, Primo Levi acepta los dos saberes, los hace convivir, se divierte con ellos. Y conoce sus límites. Este libro es el mejor ejemplo de ello.

Por encargo del editor, Levi elaboró una antología comentada de los libros que le habían marcado, algo así como un autorretrato basado en sus lecturas. Al parecer le resultó muy fácil. Cuenta que sus libros imprescindibles estaban siempre juntos en un estante aparte. Los cogió, releyó y extrajo los textos más significativos para este libro.

Aquí están escritores como Melville, T. Mann, Swift y científicos como Lucrecio, W.Bragg, Darwin y Thorne entre otros. Pero – como dice Italo Calvino en el epílogo – lo más importante del libro es un esquema con el que Levi trata de poner en orden las influencias de cada unos de los autores.

El esquema, que reproduzco aquí, indica cuatro caminos entre el Libro de Job y los agujeros negros. ¿¡Cómo!? Sí, entre las penitencias de Job y el misterio de los agujeros negros.

De los cuatro caminos dos son de salvación y dos de sufrimiento. La salvación la producen la risa – engañosa y melancólica sobre la condición humana – y el conocimiento científico (ingenuidad que el mismo Levi pone de manifiesto más adelante). El sufrimiento está en la injusticia recogida por Eliot y Celan, y en la lucha por la dignidad que él encuentra en los textos de Conrad o Saint-Exupéry. ¿Qué significan el origen y la meta de estos caminos? Dice Levi:

¿Por qué empezar por Job? Porque […] encierra las preguntas de todos los tiempos, aquellas para las que el hombre no ha encontrado respuestas hasta ahora ni las encontrará nunca, aunque seguirá buscándolas porque las necesita para vivir, para entenderse a sí mismo y al mundo. Job es el justo oprimido por la injusticia.

Así que el principio está en la injusticia, el dolor, la necesidad de comprender. Sobre los agujeros negros:

Estamos solos. […] No sólo el hombre no es el centro del universo sino que el universo tampoco está hecho para el hombre, es hostil, violento, extraño. En el cielo no existen los Campos Eliseos sino materia y luces distorsionadas […] en una medida que supera nuestros sentidos y nuestro lenguaje. Pero si la mente humana ha sabido concebir los agujeros negros […] ¿por qué no podría derrotar también el miedo, la necesidad, el dolor?

Así que de eso se trata, de recorrer los caminos una y otra vez, con la esperanza de que alguna vez perderemos el miedo. Aceptar que seremos para siempre como Job, justos y castigados, conscientes de que siempre estaremos dándole la vuelta a las mismas preguntas.

Primo Levi casi lo consiguió, pero él pasó por un campo de concentración. Al resto debería resultarnos mucho más fácil.

***

Por cierto, para quien quiera saber qué es un líquido, qué un gas o un sólido, el texto de W.Bragg que recoge Levi en este libro es absolutamente maravilloso.

1 comentario:

  1. Qué, ¿cuántas visitas llevas?
    No se ven.

    Y escribe algo, que llevas varios días vagueando.

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