Cuando él y Emma iban a un restaurante, él siempre era incómodamente consciente de las personas que comían solas. ¿No estaban a disgusto? ¿No se sentían solas? No se le había ocurrido hasta ahora que quizás estuvieran comiendo solas por decisión propia, o por toda una secuencia de decisiones que las había conducido a un solo plato, un solo vaso, un solo periódico abierto, un libro.

Paula Fox
, "Pobre George".

miércoles, 21 de mayo de 2008

Cosmonauta Joan Miquel

El misteri de l’amor

Joan Miquel Oliver,

Empúries, Barcelona, 2008.


Joan Miquel Oliver es compositor, músico, productor y sobre todo el alma de un grupo fantástico que se llama Antonia Font. Siendo fan de Antonia Font es razonable que esta rareza llegue a mis manos. Si además se tiene un amigo como Carlos, – que es quién me invitó hace años a esta galaxia – es seguro. Moltes gràcies.

Si, como dice el texto de la contraportada, se ha maravillado uno con las canciones de Taxi o Batíscafo Katiuscas, el libro gusta seguro. Es el bucle telepático de la mitomanía: te llega y te gusta, te gusta y ¡ale! te llega. En eso consiste ser fan.

Si no eres fan de Antonia Font, la cosa se complica. El misteri de l’amor es una novela con dos voces: una cuenta la historia de Toni Amengual, compositor, músico y productor surrealista obsesionado con el sexo, al que le surge una increíble oportunidad de disfrutar de fornicaciones furtivas con un pibón. La esposa de una amigo, para más señas. Otra es la de Toni Amengual pensando.

A veces las voces enlazan bien, otras no tanto. Unas veces el Toni Amengual que piensa se pone un pelín pesado y otras el Toni Amengual afortunado se pone un poco simplón. Pero en muchas ocasiones Toni/Joan Miquel saca la genialidad y depliega su mejor capacidad: convertir la realidad más simple en un mundo hipergaláctico, planetario, lleno de las bicicletas voladoras, de extraterrestres en motos de agua y astronautas cenando sopa en una nave espacial parecida a un llaüt familiar. Las figuras que tan bien le funcionan en sus canciones, lo hacen también en la novela. Un ejemplo:

“Una sabata, un día una sabata al carrer, vas caminant amb les teves als peus i, de sobte, com si fos impossible: una sabata. Tu vas amb les teves als peus, no? Com cada dia, com quasi sempre, com tothom, i com si se t’aparegés l’ovni mateix de la invasió inevitable finalment, veus una sabata [...]”

Cuando la historia se mueve por estos derroteros, y cuando Oliver consigue afinar las dos voces de su coro interno, el libro es divertidísimo. Con muchas carcajadas añadidas, el libro transmite emociones similares a las que componen el cocktail de su música: sentido del humor, postmodernidad surrealista, y una combinación genial de lo planetario con lo pagés (Mallorquín). Y clarividencia. Sí, porque Oliver es clarividente y algunas de sus excursiones metafísicas me gustaría haberlas organizado yo mismo.

Antonia Font se ha convertido en un icono musical en Mallorca, que poco a poco se ha ido extendiendo entre las comunidades de habla catalana. Les cuesta sin embargo hacerse un hueco – sin duda merecido – en el resto de España. Pero esto no es, en mi opinión, del todo negativo. Creo que han conseguido un cierto equilibrio, que les protege y les facilita mantener todo su sabor inicial. Como el caviar.

Por su parte, Joan Miquel Oliver, dado su protagonismo en el proyecto y por su incontinencia expansiva, se acabará convirtiendo en el referente de la cultura pop en sa roca y, ¿porqué no?, poco a poco conquistará als forasters. Y yo me alegro. Es un buen ejemplo de como la modernidad y la originalidad no necesitan de grandes avenidas ni agentes de movilidad.

2 comentarios:

  1. Pues si no lo entiendes, ¿para qué lo lees?

    El próximo en chino, que ahora están de moda, con lo de la olimpiada y todo aquello.

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  2. Ya sabes que yo soy muy autonómico.

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