Cuando él y Emma iban a un restaurante, él siempre era incómodamente consciente de las personas que comían solas. ¿No estaban a disgusto? ¿No se sentían solas? No se le había ocurrido hasta ahora que quizás estuvieran comiendo solas por decisión propia, o por toda una secuencia de decisiones que las había conducido a un solo plato, un solo vaso, un solo periódico abierto, un libro.

Paula Fox
, "Pobre George".

martes, 27 de enero de 2009

Cuatro manos

Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce seguido de Diario de Bar

Roberto Bolaño, A.G. Porta

Acantilado, Barcelona, 2008

Hace algunos años mi trabajo consistía en discurrir todo lo posible con el fin de escribir algún artículo. Lo solía hacer en colaboración con otras personas y me resultaba natural y casi siempre muy sencillo. Se podía repartir el trabajo por partes, los cálculos por etapas y las conclusiones por enfoques. No había mucha tensión y las discrepancias las resolvía un juez implacable. La matemática y lo conocido de la naturaleza y el poco sentido común que nos quedaba, permitían pulir casi todas nuestras discrepancias.

Pero, ¿cómo se escribe una novela a cuatro manos? A.G. Porta, escribe un prólogo a esta novela escrita con Bolaño, en el que intenta explicar el proceso. Al final tiene que rendirse y confesar que no lo sabe, que en su caso fue de mil modos y de ninguno. No lo puedo imaginar mejor. Plantearse escribir una novela – un cuento – con otra persona es imposible. Cuando surge, cuando emerge de algún mecanismo extraño de la amistad, debe ser una experiencia única. Pero conseguir una trayectoria como la de Casares y Borges, por ejemplo, me parece sospechoso.

La posibilidad de la escritura a cuatro manos es algo que puede ayudar a diferenciar claramente las dos culturas, a distinguir la verdad de la belleza. Creo que la ciencia es algo que ha de compartirse necesariamente vestidos. Para una novela, sin embargo, es necesario desnudarse. Compartir la escritura requiere desnudez porque para que resultar auténtico necesita estar desprotegido. Sin desnudez es una farsa de la que probablemente nadie salga totalmente a salvo.

Cuando empecé a escribir algunas cosas que no fueran números, sentía un pudor inmenso en mostrárselas a nadie. Pero recuerdo como mucho más vivas aquellas ocasiones en las que sentí la necesidad de compartir lo que había escrito. El miedo, la vergüenza, la inquietud o la alegría tras un elogio no tienen nada comparable con la vértigo de la entrega, con la desnudez. Con un par de gin-tonics puede ser una de las sensaciones más intensas que nos ofrece la química de nuestro cerebro.

Si mostrar tímidamente algo escrito en soledad provoca sensaciones fuertes, para escribir algo a cuatro manos – compartir la vida de los personajes, sentir los mismos odios o las mismas pasiones, pensar con las palabras del otro – es necesario estar enamorados. Como para cometer asesinatos.

Decía, a quien quisiera escucharme que no esperaba nada, que era una manera de encubrir que lo esperaba casi todo, que a su vez era vivir en el error y el crimen. Tal vez por eso ofrecí tan poca resistencia cuando Ana dijo que mataríamos a la vieja.

Así comienza la historia de amor de Ángel y Ana. Un frustrado escritor catalán y una sudamericana misteriosa, huidiza y criminal. Es una historia breve e intensa. Marcada por la entrega ciega y la más estúpida e irrealizable de las ilusiones. En el fondo es la historia de amor de Ángel, un inútil para cualquier cosa excepto que para amar y fantasear. Un tipo débil al que sin embargo admiro porque está vivo, como muchos de los personajes de Bolaño, vivos en un mundo único inventado por ellos, en el que no es necesario escapar de las preguntas:

Cierra el bolso, hubiera querido decirle, pero pensé en las certidumbres. Era cierto el hecho de que ninguno de los dos, hiciera lo que hiciera, iba a dejar de morir un día y otro. No, esa era finalmente una incertidumbre. También era cierto que lo que tiene que pasar pasará. Otra incertidumbre. Pensé entonces que puestos a morir quizá mejor sería sufrirlo en movimiento y no enfermo o viejo en una cama. Incertidumbre también, pero reconfortante.

Escribir a cuatro manos es como amar, una conexión casual e incierta. Así que estén avisados quienes me amen porque tendrán que escribir conmigo una novela. Sepan también aquellos que quieren escribir conmigo una novela que para hacerlo tendrán que amarme. Pero no hay nada seguro en todo esto.

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Diario de bar es un cuento impactante. Pero también es un cuento triste y hoy no tengo ganas de esos fangos.

3 comentarios:

  1. No he parado de leer letras y llego a conclusiones (ja):
    - Nacho: incondicional
    - Engrama: se siente muy cómplice de Elita. Diría que hasta tiene fantasías con él.
    - Yo: Una fisgona anónima
    - Elita: un erudito

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  2. Las mías:
    - Nacho: unos de los pilares que afortunadamente apuntalan mis días. Ojalá me necesite tanto como yo a él.
    - Engrama: una lectora anónima y cómplice, sí. Además seguro que es una conversadora excepcional.
    - Elita: un adicto.
    - L.

    Cuando recibí tu comentario estaba con los cascos del aislamiento escuchando esta canción de Los Planetas. El vídeo me hace sentir ridículo.

    http://www.youtube.com/watch?v=KZ2G8LgASys

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