Cuando él y Emma iban a un restaurante, él siempre era incómodamente consciente de las personas que comían solas. ¿No estaban a disgusto? ¿No se sentían solas? No se le había ocurrido hasta ahora que quizás estuvieran comiendo solas por decisión propia, o por toda una secuencia de decisiones que las había conducido a un solo plato, un solo vaso, un solo periódico abierto, un libro.

Paula Fox
, "Pobre George".

miércoles, 14 de enero de 2009

Conclusión

El mundo no se acaba y otros poemas

Charles Simic,

DVD, Barcelona, 1999.

All this get us Nowhere – which is a town like any other. The salesgirls of Nowhere are going home at the end of the day. I must assure myself of their reality by begging one for a dime. She obliges me and even gives me a little peck on the forehead. I’m ready to throw aside my crutches and walk, but another wags her finger at me an tells me to behave myself.

Había quedado con L en un bar del centro para tomar alguna cerveza y una decisión. Tomé la línea 6, la línea circular del metro de Madrid que no tienen ni comienzo ni final conocidos y puede circular desde la Avenida de América a Príncipe Pío o desde los Nuevos Ministerios a la Ciudad Universitaria. Una línea de metro que no conduce a ninguna parte.

Iba sentado en un vagón completamente vacío, leyendo como hago habitualmente todas las mañanas hacia el trabajo. Mientras leía este poema, en la estación de la Puerta del Ángel, vi a Charles Simic subir al tren. Se sentó a mi lado y se presentó con su apellido, pronunciado con un extraño acento del este de Europa. Creo que subió a mi vagón y se sentó a mi lado con toda la intención, consciente de que yo deseaba hacerle alguna pregunta.

Le acababa de conocer y estaba poseído por mi timidez. Así que decidí empezar preguntándole por una cuestión más técnica, por el idioma. Al igual que Conrad, Nabokov o Améry, Simic escribe en un idioma adquirido, en un inglés que aprendió a partir de los siete años después de que su familia emigrara a América desde su Yugoslavia natal. Es curioso pensar en la historia de Simic, en un mismo siglo adquirió un idioma y vio cómo su país natal dejaba de existir.

Para que comprendiera mi interés decidí explicarle mejor mi historia. Quienes me conocen saben que el castellano es mi idioma adquirido, mientras que el italiano fue mi idioma natal. En los último años prácticamente he hablado italiano exclusivamente con mi padre y me he dado cuenta que yo le hablo como un niño y el me contesta como si lo fuera.

El idioma que compartimos se ha convertido en una reliquia del pasado, en un pedazo de vida que se ha quedado atrofiado en lo que fuimos. Una vía muerta de mi vida, un resto de un camino que parecía que iba a ser y finalmente no será. Así que este colgajo lingüístico de mi vida durará lo que dure mi padre, para finalmente convertirse en un pedazo de carne inútil que un día se desprenderá para dejarme libre de mi infancia. O quizás no. Puede que algún día tenga un hijo rubio y listo al que enseñarle italiano. Yo le hablaré como un niño – un bambino – para que él me conteste como un padre.

Inmediatamente Simic trató de tranquilizarme, me dijo que no me lo tomara tan en serio puesto que al fin y al cabo el discurrir del mundo es muy parecido en cualquier idioma. Me trató de animar: todo colgajo de carne muerta se convierte en alimento para otros, dijo, en la gasolina que inyectamos al mundo.

Sin pedírmelo, tomó suavemente el libro de mis manos. Tras buscar entre sus páginas me leyó un poema que parece un cuadro sacado de un cuento de Raymond Carver:

Las nubes le dijeron sus nombres en la tranquila tarde de verano. Pero cuando él preguntó a las nubes del crepúsculo, “¿Habéis visto a Mary y a Priscilla?”, no le respondieron. Era un grupo ceñudo y mudo. Le volvieron la espalda gris y se desplazaron hacia Sturgis, donde un granjero acababa de disparar a un caballo enfermo.

Algunos de los poemas de Simic tienen esa característica de los cuentos de Carver de representar fríamente pequeños bocados de cruel realidad. Están escritos para dejar en suspenso la posibilidad de toda explicación, sólo hablan de hechos sin verdades.

Simic hablaba en tono tranquilo y grave, acentuando intencionadamente ese acento eslavo que hace que toda sentencia parezca irrefutable. Antes de que se fuera la luz yo estaba recitándole el poema del ángel de la guarda, para lanzárle una indirecta pensando en L.

Mi ángel de la guarda tiene miedo a la oscuridad. Finge que no, me hace ir delante, me dice que en un momento estará conmigo. Casi enseguida no puedo ver nada. “Éste debe ser el rincón más oscuro del cielo”, alguien me susurra a la espalda. Resulta que el ángel de la guarda de ella también ha fallado. “Es un atropello”, le digo a ella. “El asqueroso cobardica nos ha dejado solos”, susurra ella. Y por supuesto, por lo que sabemos, yo podría tener ya cien años y ella ser sólo una chiquilla con gafas que tiene sueño.

Se apagaron las luces y nos quedamos impactados y expectantes. No sabía bien dónde estábamos y ante el temor de que estuviera cerca ya de mi destino me lancé a hacerle la pregunta. Con argumentación confusa y retorcida, le pregunté por las conclusiones, por aquello que nos sirve para decidir.

La luz volvió en pocos segundos y me di cuenta que estaba pasando otra vez por la estación de Cuatro Caminos. Miré a mi lado y Simic ya no estaba. Pero antes de salir a la superficie me pareció oír un eco insistente e inquisidor: ¿Qué es una conclusión?

2 comentarios:

  1. Conclusión. En este momento se me ocurre que es la palabra más burletera que conozco. L. parece un personaje de ficción; Elita, un enamorado de la fantasía y Simic, el Dios de la sabiduría y de las conclusiones. Pero, todo son percepciones. No?
    Por cierto, cuida la imagen. Ya saben lo que dicen, 'una imagen vale más que mil palabras'...otra conclusión. En fin

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  2. Hace poco que hablé con Elita de este tema de las conclusiones y sí, el hombre es un fantasioso enamorado. Igual se mosquea, pero basta ver lo que cuenta últimamente. Si L. es quien yo conozco, aunque lo parezca, no es un personaje.

    Simic, ni idea. Lo de las imágenes, lamentable.

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