Cuando él y Emma iban a un restaurante, él siempre era incómodamente consciente de las personas que comían solas. ¿No estaban a disgusto? ¿No se sentían solas? No se le había ocurrido hasta ahora que quizás estuvieran comiendo solas por decisión propia, o por toda una secuencia de decisiones que las había conducido a un solo plato, un solo vaso, un solo periódico abierto, un libro.

Paula Fox
, "Pobre George".

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Vengo de parte de Ray

El puente que cruza la luna

Tess Gallagher,

Bartleby Editores, Madrid, 2006.

Ya confesé aquí en una ocasión mi dificultad para conectar con la las historias escritas por mujeres. En otra no dudé en mostrar mi incomodidad ante una declaración de amor excesivamente intelectualizada y sentimental para su exposición pública. Ahora me gustaría hablar de este libro, pero me doy miedo, así que mejor hablo de por qué he llegado hasta él.

Tess, Tess, Tess, Tess“. Con esta dedicatoria se abría el último libro de poemas de Raymond Carver. Tiene un título precioso: Un sendero nuevo a la cascada. Un título construido con un símil tan sencillo, rico y explícito de los años que Ray vivió con Tess Gallagher. Ella fue un descubrimiento y una salvación. Le devolvió unos años de vida que Ray tenía perdidos, sin que ni siquiera hubiera podido darse cuenta. Años de creatividad deslumbrante y años de disfrute tranquilo del reconocimiento y el éxito. El final de la vida de Carver fue un sendero que le llevó a un lugar fresco y despejado aunque fuera una cascada y no un apacible lago.

Recuerdo que ese libro me descubrió un Carver contento, satisfecho. Yo había visto a Carver casi siempre inquieto, en tensión, capaz de descubrir el dolor en cualquier rincón de la casa, para luego narrarlo de ese modo tan sutil, silencioso. Carver no era nunca complaciente con la humanidad; la mostraba siempre en el filo de la navaja, tan próxima a nosotros que yo tenía que cerrar los ojos y esperar que ese tren pasara sin arrollarme. Sin dejarme herido. Si Carver se portaba así en sus relatos, lo era de una forma aún más dura en sus poemas. De modo que cuando descubrí a Ray contento, satisfecho y tan agradecido a Tess, hizo que la quisiera un poco yo también.

El puente que cruza la luna es el primer libro escrito por Tess Gallagher que se ha publicado en España, y también es el primero que yo he leído. Más tarde, en 2007, Bartleby editó también Carver y yo, y por ahora estas son las únicas dos obras de Gallagher traducidas al castellano. Es curioso que las dos sean obras que hablan de Ray, y que el resto de su biografía siga sin traducirse. Yo por mi parte no lo echo de menos, pero quizás haya alguien con otras sensibilidades que sí lo haga.

huevos, mantequilla de cacahuete, chocolate... y luego, después de un espacio en blanco: ¿Australia?¿La Antártida?

Cuenta Tess en el prólogo de Un sendero hacia la cascada, que esta curiosa lista apareció en un papel encontrado en el bolsillo de una de las camisas de Carver, en un tiempo en el que él ya conocía la gravedad de la enfermedad que lo estaba matando. Pero allí en ese papel estaban los nuevos planes de Ray, planes a corto y largo plazo, propios de esa insistiencia en disfrutar esa propina de tiempo que le había sido regalada.

Fue en los prólogos de los libros de Carver donde yo encontré a Tess Gallagher por primera vez. Son maravillosos, están escritos con una dignidad inusual. En elloss Tess se muestra profesional y un poco distanciada, pero no duda en mostrarnos el baño de su casa para que nade se nos escape. No duda en mostrarnos abiertamente su amor y su dolor; con toda la dignidad a pesar del profundo desgarro, con aparente entereza. Una entereza frágil, a punto de romper a llorar en cada renglón, pero digna y fiel a su pasión por la literatura y su admiración por Carver.

Es una lástima que al leer El puente que cruza la luna me haya sentido yo tan fuera de lugar, invadiendo una intimidad que me resultaba inaccesible; compartiendo una celebración profunda de dolor que me ha de estar vedada, intentando rezar en un velatorio de una religión que desconozco. Los versos de Gallagher no consiguen trasmitirme los matices que prometen, y estoy convencido que es porque están escritos exclusivamente para Ray: los giros, juegos de palabras y los variados guiños parecen componer un código matrimonial, que sólo su intimidad les permite descifrar.

Así que me he tenido que salir del velatorio. Había otro tipo allí fumando. Creo que nos habíamos visto antes alguna vez. Me ha ofrecido un cigarrillo pero yo he avanzado hacia él mostrándole mi cajetilla de Ducados. Hemos estado un rato en silencio. Luego me ha preguntado de qué parte de la familia era yo. Vengo de parte de Ray. Le he dicho.

6 comentarios:

  1. Hombreee.
    ¿No tienes mejores fotos de las portadas? No se ven bien. Tengo yo unas fotos de portadas de libros cojonudas. Si quieres te puedo pasar alguna.

    Oye, ¿sólo sabes de libros? Incompleto.

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  2. Nacho, también sé de otras cosas de mayores.

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  3. Otro día te las cuento despacito, ¿vale? ¿De qué sabes tú? ¿De tendencias?

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  4. ¿Qué pasa con nuestros blogs? Sólo nos comentamos entre nosotros.

    Que ocurra en el tuyo todavía se comprende, porque es de libros y leer es un rollo. Pero en el mío, que es de actualidad, no lo entiendo.

    Ánimo.

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  5. Yo también entiendo lo del mío y no entiendo el poco éxito del tuyo. Lo que ocurre es que creo que deberías hablar más de sexo y de mujeres. Sé que son temas que no te interesan nada, pero ya sabes que tienen mucho gancho. ¡Anímate!

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