Cuando él y Emma iban a un restaurante, él siempre era incómodamente consciente de las personas que comían solas. ¿No estaban a disgusto? ¿No se sentían solas? No se le había ocurrido hasta ahora que quizás estuvieran comiendo solas por decisión propia, o por toda una secuencia de decisiones que las había conducido a un solo plato, un solo vaso, un solo periódico abierto, un libro.

Paula Fox
, "Pobre George".

domingo, 8 de junio de 2008

Relatividad total

No ser dios: una autobiografía a cuatro manos

Gianni Vattimo y Piergiorgio Paterlini

Paidós, Barcelona, 2008.

Oí hablar por primera vez del Pensamiento débil hace años, cuando teníamos principios. Mejor dicho, cuando teníamos verdades sobre las que construíamos principios. Oí mencionar el pensamiento débil a un amigo que por aquellos tiempos tenía mucha influencia sobre mí, un amigo vehemente de ideas y potente de carácter. El Pensamiento débil representaba la duda exagerada, nociva e inmovilizadora. Pretendía la suspensión de los valores y justificava la neutralidad ante cualquier tipo de barbarie. Una mariconada intelectual, pensé yo.

Pasado el tiempo, y superada la necesidad de tener una posición clara y coherente ante las cosas, la debilidad de pensamiento se cruzó por mi camino. E inmediatamente descubrí uno de sus defectos más graves: su nombre.

Que una corriente filosófica se llame pensamiento débil y que esté posicionada en el bando de los críticos, de los que pretenden una revisión del paradigma, está muy mal pensado. Ese nombre vinculado con todos los subproductos aplicados de las ideas nucleares (la ética, la moral, la política, la estética…), y en particular con su vertiente periodística – todo aquello que nos interesaba por aquel entonces - convirtieron al pensamiento débil en un minestrone de multiculturalidad, relativismo moral, ni fú ni fá político, etc… Vamos, en una mariconada intelectual. Es que con ese nombre.

Ocurre algo similar con la desafortunada síntesis del título del artículo de Einstein que dio nombre a su Teoría de la relatividad. Un desacierto. Un ejemplo de cómo un mal nombre hace que la teoría se vincule a conceptos y verdades exactamente contrarías. Porque si el nombre de la teoría fuese literal, la verificación de la Relatividad General sería el caos.

Para comprobar la dispersión de ideas a las que se vincula el Pensamiento débil he hecho un ejercicio en Wikipedia. Sólo hay entradas en castellano e italiano. Aquí está la española cuya definición es histórica por lo que aquí pongo el párrafo en el que se expone su pensamiento:

“Su perspectiva es en cierto modo relativista, y valora especialmente la multiculturalidad. El pensamiento débil comparte algunos rasgos con la deconstrucción (Derrida), en cuanto a la libertad de interpretación no sujeta a una lógica muy cerrada. También está presente en la crisis de las ideologías de finales del siglo XX, considerándose a veces como elemento intelectual del eclectismo político de la llamada tercera vía (Anthony Giddens).”

Y aquí una parte de la italiana, traduzco sólo una parte (es larguísima):

“El pensamiento débil se presenta como una forma particular de nihilismo y surge a partir del argumento de que tras las filosofías de Nietzsche y Heidegger (en particular de éste último) se haya activado una crisis irreversible de las bases cartesianas y racionalistas del modo de filosofar, derribando por tanto el pensamiento tal y como se había desarrollado durante la edad moderna.”

¿Anthony Giddens nihilista? ¿Tony Blair nihilsta? ¿La London School of Economics en contra de los principios cartesianos? ¡Puto nombre!

En esta autobiografía extraña, que es más bien un repaso a temas pendientes y está mucho más centrada en los avatares vitales, y sobre todo amorosos y emocionales, Gianni Vattimo, filósofo turinés y padre de la corriente filosófica, da una buena definición de lo que yo asocio ahora con el pensamiento débil. Una definición con la que yo me siento cómodo. Lo explica en términos de postmodernidad, otro de los conceptos confusos al que el pensamiento débil está vinculado:

“La postmodernidad es el lugar en el que se realiza lo que Heidegger había predicho en su ensayo ”La Época de la imagen del mundo” […] donde mostraba la sociedad moderna de su época como la época de las ciencias especializadas. Las ciencias se especializan y, por lo tanto, se conoce cada vez más y más, pero estas especializaciones construyen progresivamente, a su vez, imágenes del mundo irreconciliables entre ellas. De modo que la final se produce una suerte de explosión, una imposibilidad de tener una imagen del mundo. En mi opinión esto es lo postmoderno, la idea de una sociedad que ya no puede dominarse con un principio único.”

Esta es de las pocas incursiones filosóficas del libro, incursiones escasas y breves que sin embargo intentan dar un vistazo completo a toda la filosofía de Vattimo. Lo consiguen a medias, puesto que el libro está mucho más centrado en los aspectos personales de la vida de este autor. A pesar de que las anécdotas son narran vivencias diferentes, difíciles y dolorosas del filósofo, el interés que tienen es en mi opinión limitado. Yo al menos me he quedado con ganas de que el filosofo hubiera filosofado más.

Volviendo a la definición citada más arriba, recuerdo ahora un argumento con parecidas conclusiones que aparecía en El vacío de ingenio de Thomas Homer-Dixon (Espasa). El argumento básicamente es el de Heidegger-Vattimo pero planteado desde una perpectiva más empírica: existe un vacío entre la complejidad que estamos descubriendo y descifrando en la naturaleza, y que hemos ido integrando en nuestras vidas, y nuestra capacidad de comprenderla. No sólo como individuos de conocimiento y capacidades limitadas, sino como todo un colectivo incapaz de descifrar el mundo en el que vive.

2 comentarios:

  1. Muy interesante lo del pensamiento débil. Lo utilizaré para mis fines diabólicos.

    Paulo

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