Cuando él y Emma iban a un restaurante, él siempre era incómodamente consciente de las personas que comían solas. ¿No estaban a disgusto? ¿No se sentían solas? No se le había ocurrido hasta ahora que quizás estuvieran comiendo solas por decisión propia, o por toda una secuencia de decisiones que las había conducido a un solo plato, un solo vaso, un solo periódico abierto, un libro.

Paula Fox
, "Pobre George".

sábado, 21 de junio de 2008

Libertad, tiempo y sabiduría

El Danubio

Claudio Magris

Anagrama, Barcelona, 1988.

Después de unos cuantos días concentrado en lo que a la postre han resultado ser dos alegrías futbolísticas - ¡puxa! y ¡forza! – llegaba el quasiverano que supone trabjar de ocho a tres. Me había yo hecho muy buenos propósitos para que el tiempo me cundiera: terrazas al atardecer, fútbol por la noche y tardes de libros. Pero la felicidad en la vida consiste básicamente en una correcta gestión de expectativas.

Como debía haber imaginado, esta primera semana de liberación ha consistido en resistir una repentina calima y los correspondientes aires acondicionados a toda tralla, retenido en la oficina como un imán en la nevera. El resultado lo he recibido esta mañana: un estúpido trancazo veraniego y unos incontenibles deseos de vacaciones.

Tirado en el sofá frente a la tele me he encontrado maldiciendo mi suerte frente a un reportaje simplón de viajes de verano. Y me he acordado de este viaje, de El Danubio.

Esta tarde he llegado a la conclusión de que la mayoría de los viajes, como tales, son experiencias frustrantes. En la mayoría de las ocasiones uno se mueve en el dilema de recoger postales o empaparse del espíritu del lugar. Incapaz de decidir, uno acaba combinando días de paseos nocturnos en barco, rutas en autobuses destechados, y panfletos de oficina de turismo con tardes enteras en parques, observando las costumbres de los lugareños. En el mejor de los casos las imágenes se quedan fijas en la cabeza con los nombres intercambiados unos cuantos meses, y la sensación que deja el parque es muy similar a la de una tarde viendo extraterrestres en un zoo. Hay otra última opción que ha mí me ha funcionado bien, el viaje gastronómico: hincharse a comer y beber. Las juergas fuera de casa es un clásico desde que éramos críos, y nunca defrauda.

Pocas veces los viajes se logran. Como tales, nunca. Los viajes se logran cuando actúan de contexto. Cuando los lugares visitados y las compañías actúan de marco armónico en el que sentirse completamente libre. Libre del viaje mismo, simplemente dejados a sí mismos. Suspensiones del tiempo que parece no fueran a acabarse nunca. Quitando las ocasiones en las que he viajado enamorado - en estos casos la libertad es un concepto que muta - recuerdo sólo uno o dos viajes de este tipo.

El Danubio de Claudio Magris es el relato de un viaje que se logra. Un viaje desde las fuentes imaginarias del Danubio – impresionante comienzo del libro, uno de los más hermosos que yo he leído nunca – hasta su muerte en el Mar Negro, en el que yo imagino a Magris sintiéndose completamente libre. Libertad que le permite mostrar toda su inteligencia, su cultura y su melancolía, con originalidad y belleza.

Quizás siendo más joven hubiera querido viajar como Marco Polo, Alí Bey o Richard Burton, y estoy seguro que luego deseé los viajes de Rimbaud, Stevenson, Conrad o Paul Bowles. Ahora sueño con un viaje como el de El Danubio: libertad, tiempo y sabiduría (o lo que sea). Dice Magris en el libro que el pasado tiene un futuro. Sostiene que los recuerdos viven en el yo que les da vida y por tanto comparten su futuro con éste. Yo pienso que también el futuro tiene un pasado. Mi futuro ya ha tenido muchas vidas, y ese viaje soñado también ha tenido muchas formas.

Y así pasan las semanas, y todavía no sé qué hacer en vacaciones.

4 comentarios:

  1. Coño! Ya era hora de que escribieses algo, ¡so vago!

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  2. Me han tenido absorido últimamente...

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  3. Que no te absorban mucho, que es de mala educación.

    ¿Te está gustando esta eurocopa?

    ¡Ay! Si tu selección ya está de vacaciones... Qué fallo. Puedes hacerte ahora de Rusia, y luego de Turquía.

    Ciao, bambino.

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  4. La verdad es que después de que para ganaros tuvierais que copiarnos el estilo, ya no sé con quién ir.

    ¿Me hago ruso?

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