Cuando él y Emma iban a un restaurante, él siempre era incómodamente consciente de las personas que comían solas. ¿No estaban a disgusto? ¿No se sentían solas? No se le había ocurrido hasta ahora que quizás estuvieran comiendo solas por decisión propia, o por toda una secuencia de decisiones que las había conducido a un solo plato, un solo vaso, un solo periódico abierto, un libro.

Paula Fox
, "Pobre George".

lunes, 22 de diciembre de 2008

Azzurro

El Jarama

Rafael Sánchez Ferlosio,

Destino, Barcelona, 2004.

Llegan las navidades y la gente se va de veraneo. Mientras me falta un escaso día para volver a la Isla, tengo sensación de estar a finales de Junio y que se acaban los exámenes. Será la oficina, en periodo de cierre, será que el espíritu celebrativo me ha dado fuerte, pero a mí estas navidades me saben a sol y playa.

Sé que Nacho no me lo perdonará nunca, que me condenará por ultrajar su novela fetiche, pero he estado leyendo El Jarama de Ferlosio, con Azzurro - la famosa canción de Paolo Conte – sonando en los descansos. No lo sé, yo creo que es por esta sensación veraniega que me ha poseído.

Después de cuarenta años, cuando Paolo Conte escribió Azzurro para que la cantara Adriano Celentano, y de catorce más para que Ferlosio publicara su novela más conocida, estas dos historias veraniegas se mezclan en mis fantasías. Pero no es una coincidencia, es el paso del tiempo. Al igual que en la canción, en la novela de Ferlosio el drama es el paso del tiempo, esa condena salvadora que nos libra de todos los embrollos. Si Celentano exigía el paso del verano, los personajes de El Jarama lamentan el ritmo del transcurrir de los días, por pesados y eternos, o por breves y fugaces.

He oído siempre decir que el pasado tiene futuro. Que los mecanismos de la memoria nos hacen reinventarlo cada vez que acudimos a él. Pero yo también pienso que el futuro tiene pasado y lo vemos año tras año, cuando nos dedicamos a reimaginar lo que seremos el siguiente. Y si los mecanismos de la memoria son jocosos, los de la imaginación son crueles.

La imaginación del futuro y la reinvención del pasado son las dos voces de El Jarama, encarnadas en la pandilla de jóvenes que acuden al río de excursión, y los habituales de la tasca que viven el espectáculo de la juerga fluvial desde la mesa de la partida, dejados allí apaciblemente, en desuso.

La juventud acude allí en bicicleta a vivir con intensidad, a inventarse el futuro, abrir nuevas puertas y sentir las primeras emociones. Y a los jóvenes todo nos parece poco:

-Así es la vida cielo, no sirve darle vueltas. Los ratos buenos nos pasan más pronto que los malos. Y tampoco por eso dejan de ser buenos.

-Buenos para quedarse con las ganas. ¡Para eso son buenos!

- Ya verás el domingo que viene – terció Marialuisa -; mira, el domingo que viene nos venimos otra vez y armamos aquí un gatuperio de esos que hacen época.

- Pues igual, hija mía, ¿qué más dará?; el domingo que viene pasará lo mismo, parejo a lo de hoy. ¿Por qué iba a ser más largo?

Sin embargo siempre hay tragos amargos en los viajes iniciáticos. Siempre hay un miedo que vencer, unas raíces que podar, siempre al final aparece una pared que derribar a testarazos, un salto al abismo.

Por su parte, todos los domingos los viejos están en el río para entretenerse. Para disfrutar del confort dulce y tranquilo de compartir recuerdos y vino jugando al dominó.

Pero la vejez se desvela por la noche con maltragos. Mientras escupe tabaco maldice el paso de los años, la irrealidad de los recuerdos, la lejanía del goce intenso. Ya se sabe también que a los viejos todo nos parece poco:

- ¡Sí! Que me quiten lo bailado… Eso es lo que dicen muchos a mi edad. Que me quiten lo bailado. ¡Una mierda! No estoy conforme yo con eso, ¡tontería semejante! ¿Cómo demonios voy a estar conforme? Yo lo que digo es justamente lo contrario. Quitado es lo que está, ¡y bien quitado! ¿Acaso lo tengo yo ahora? Lo que hace falta es que me lo diesen. ¡Ésa sería la gracia! Que me lo devolvieran. – Movía las manos con violencia -. ¡Pues ahí está el asunto! Lo que yo digo es que me lo den, ¡que me devuelvan lo bailado!

Me he quedado con la sensación extraña de no saber si todo me parece nuevo o si sentir que estamos como siempre. Si estoy viejo y mi lugar es el mirador desde que se ve el río fluir, o si soy joven para saltar en bomba y salpicar alrededor.

Suena Azurro una vez más, con todas sus vueltas por el patio. Sigo esperando a que llegue mi turno para hablar, desde que este falso verano de navidad se los ha llevado a todos a la playa.

Pero mañana me voy a la Isla. A un planeta pequeño en el que nunca es verano, ni siquiera en navidades. Podré repasar tranquilo los lugares en los que se me da bien pensar. Volveré a las órbitas que me confunden.

…Tres, Dos, Uno, Cero, ignición.

1 comentario:

  1. Qué coincidencia!
    Acabo de ver por azar una foto del autor, justo antes de mirar tu blog.

    Nos vemos.

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